Quizás la mejor manera de definirlo sería llamarlo afinamiento, más que puesta a punto, ya que la puesta a punto es lo que hace el atleta desde el primer día que entrena. Es la última fase, previa a la competición y probablemente será la menos importante en el apartado de adaptaciones fisiológicas pero, desde mi punto de vista, puede ser la parte de la preparación que aporte el éxito final o, si no se realiza adecuadamente, que eche por tierra todo el esfuerzo.
El tapering consiste en reducir la carga de entrenamiento con la idea de optimizar las adaptaciones generadas e intentar disipar la fatiga acumulada durante toda la preparación, es decir, el objetivo es obtener el pico de adaptaciones al mismo tiempo que reduces al máximo la fatiga acumulada y ese diferencial nos dará el máximo potencial de rendimiento.
El rendimiento en dicha prueba u objetivo no solo residirá en esas adaptaciones generadas durante los ciclos de entrenamiento programados, sino también en realizar una buena organización de todos los recursos que tengan que ver con la carrera, la alimentación y suplementación, en caso de ser necesaria, intentar eliminar todo lo que esté en nuestra mano que evite subir la tensión, realizar una lectura táctica de carrera acorde a una posibilidades reales… Todo ello serán factores que están implicados en ese rendimiento final.
El tapering no es no entrenar, sino tratar de reducir la carga manteniendo el nivel. Una reducción de entre el 40% y el 50% del volumen de entrenamiento parece que es una cantidad acertada, la intensidad intrasesión debe mantenerse, la frecuencia de entrenamiento no debe reducirse, es decir, reducir el tiempo, no el numero de sesiones. La duración de esta fase dependerá del objetivo a cumplir, pero aproximadamente, esta fase es de entorno a 2 semanas. Hay varias maneras de reducir la carga, lineal, en escalón, exponencial (de caída rápida o caída lenta)… Todo depende del deportista.