¿Cuándo y por qué elegiste el atletismo?
Crecí muy tarde de niño, y además nací en diciembre. Me gustaban mucho los deportes colectivos, pero siempre me tocaba chupar banquillo. Solo en judo (porque las categorías son de peso) y en atletismo (porque se me daba bien) podía participar en competiciones. Además, los Juegos de Barcelona me marcaron mucho, especialmente el oro de Fermín Cacho, y por supuesto, que Canillejas es un barrio de corredores. Todos los caminos llevaban a lo mismo.
En una preparación habitual para campo a través o pista, ¿cuántos días y horas dedicas a entrenar?
Horas de carrera, unas ocho a la semana aproximadamente. De trabajo específico de fuerza dos más, una con mi entrenador y otra por mi cuenta. Una de las mejores cosas de nuestra afición es que no requiere demasiado tiempo, y que puedes entrenar prácticamente en cualquier sitio y en cualquier momento.
¿Qué se necesita para sacar el máximo rendimiento a los entrenamientos?
Lo básico, y a la vez muy complicado de ajustar, es entrenar lo que puedas asimilar, ni más ni menos. Porque si es menos no consigues crear estímulo suficiente para mejorar, y si es más probablemente acabes lesionado o con fatiga por sobreentrenamiento.
En las últimas temporadas has mejorado notablemente tu rendimiento. ¿A qué se debe? ¿Qué has cambiado para mejorar tanto tu rendimiento en competición?
Creo que la clave ha sido el trabajo específico de fuerza y no pasarme entrenando. Cuando volví a correr en 2011 mejoré muy rápidamente y en la San Silvestre Vallecana de 2012 ya hice 33’30’’. Pero cada vez entrenaba más fuerte, competía más a menudo y entré en un bache del que no salí hasta 2016, cuando por fin volví al nivel que tenía casi cuatro años antes. Ese tiempo me sirvió para valorar más los pequeños logros, para aprender a regular fuerzas (que creo que es mi principal virtud ahora mismo), y para decidirme a tener mi propio entrenador, que creo que es algo fundamental. A partir de ahí el camino ha sido muy fácil, porque mientras todo sale bien la motivación está ahí siempre. Lo difícil es seguir cuando no te salen las cosas.
¿En qué se diferencia el entrenamiento de cada semana a lo largo de la temporada si siempre mantienes un volumen de entrenamiento alrededor de los 100 km semanales?
Realmente no se diferencia mucho. Quizá los ritmos controlados un poco más rápidos, meter algún día de series y poco más. El kilometraje es cierto que hay semanas que hago algo más de lo que me manda, porque desde el desconfinamiento disfruto aún más de correr que antes, pero como la mayoría de los entrenamientos son muy suaves, siento que recupero muy bien de un día para otro.
¿Qué destacarías de tu entrenador Luis del Águila? ¿Qué consideras más importante en sus preparaciones?
Creo que encaja perfectamente conmigo. Da mucha importancia al trabajo de fuerza, que yo de aeróbico voy muy bien pero siempre he tenido debilidades musculares. No se ha preocupado por cambiar mi antiestética técnica de carrera, sino por optimizar mi zancada. El entrenamiento de carrera es bastante básico y en mi caso sin apenas series y casi nunca cortas, que son las que habitualmente me dejaban muscularmente muy tocado.
No es alguien que te vaya a regalar los oídos, te dice lo que piensa aunque sepa que no te va a gustar escucharlo, y eso para mí es una gran virtud. Creo que a una persona ansiosa o de moral muy voluble no le va a ir bien, porque hay que confiar en el proceso. Que nadie espere resultados en dos meses. Yo llevo ya más de cinco años y medio.
¿Soléis entrenar por sensaciones, por frecuencia cardíaca, por vatios…? ¿Cuál es tu consumo máximo de oxígeno?
No me gusta llevar pulsómetro de pecho, lo uso de muñeca pero no creo que sea muy fiable. Tampoco uso potenciómetro. Entreno por ritmos los días de intensidad y por sensaciones en los rodajes. Me hacen gracia los “easy run” a 4min/km de atletas populares. Yo para ir fácil tengo que ir a 4:30 o más, sobre toco si quiero estar fresco en los días de calidad.
¿En qué se basa tu alimentación?
No soy un ejemplo en esto, la verdad, aunque he ido mejorando con los años. Pero desayuno leche con galletas, me pierde el chocolate, la verdura solo me gusta en puré y detesto cocinar. Y se le añade que soy celíaco, que complica más el asunto. Tomo muchísimos plátanos, que es algo que siempre me sienta bien y se come rápido. Siempre como fuera de casa, en el trabajo o en casa de mis padres y las cenas son de supervivencia: atún, espárragos, queso, gazpacho… cualquier cosa con tal de no tener que coger una sartén o una olla.
Una anécdota…
A mediados de 2012 me compré mi primer reloj GPS, y fue mi perdición. Si normalmente me “picaba” con cualquiera que me adelantase, incluso con las bicis, entonces también intentaba ganarle al reloj. En mi primer año con él saqué una media total por debajo de 4min/km. Y eso que no había Strava, solo me hubiese faltado eso. Al principio muy bien, pero creo que fue una de las causas de meterme en el hoyo del que tanto me costó salir. Por suerte superé hace tiempo esa fase, pero de vez en cuando tengo algún día “tonto” en el que se me va de las manos. “Venga, si aceleras un poco, haces mínima para la San Silvestre”, me digo a mí mismo. ¿Para qué, si ya la tienes, y además no te van a homologar un entrenamiento? El cerebro y sus cosas, y más en los corredores, que estamos casi todos tocados del ala.
¿Qué le recomendarías a alguien que quiere empezar a correr?
Paciencia y constancia. Lo importante es que coja el hábito, muy poco a poco. Al principio, alternar entre caminar y correr, y volver a casa con la sensación de poder haber seguido más tiempo, para tener ganas de repetir, para evitar lesiones, y para ir asimilando el entrenamiento. Y que se olvide de los dichosos maratones, de esa presión social de que cuanto más largo, mejor. Se puede disfrutar mucho con distancias más cortas y es más saludable. Sé que me repito mucho, pero la continuidad es la clave de todo. Y buscar un club de corredores para tener alguien que te guíe y por añadirle un componente social, que también engancha mucho.